
Voces del Pasado y Sueños del Presente; Recorrido por Richmond y Charlottesville.
- carolinalyonwellne
- Jul 8
- 3 min read
He puesto energía en escribir en mi blog sobre diferentes intereses, y hoy se suma uno más, a medida que mi adolescente poco a poco se va transformando en adulto. Este verano hemos estado visitando universidades, y en ellas busco un conforto que nos acompañe: la certeza de que otra etapa comienza en nuestras vidas.
Llegamos a Richmond, Virginia.
La Costa Este siempre me provoca nostalgia, por razones que quizás otro día comparta. Al llegar, recordé la frase “Give me liberty or give me death.” En las calles más antiguas se siente ese estilo colonial, impregnado de historia. Por más alegría que uno busque, el ambiente lleva consigo ecos de colonia, guerra, sumisión y opresión.
El museo de Edgar Allan Poefue la primera parada, en la antigua casa de piedra que lo recuerda como el maestro de lo oscuro. Caminar entre sus paredes me hizo sentir que estaba dentro de una escena de suspenso. Poe, con sus pesadillas y su infancia marcada por la orfandad, claramente vivió una emoción distorsionada que se refleja en su obra. Salí del museo con el corazón palpitando en tintinnabulation, ese sonido que él inventó para nombrar lo que no se puede decir. Y sentí que su mundo no era solo oscuro, sino profundamente multicolor.
Para recargar energía, una parada en Roots nos ofreció sabores locales, naturales y frescos. Perfecto para renovar el aliento y seguir el camino.
Seguimos hacia el Museo Histórico de la Guerra Civil, un lugar que resume, conmemora e informa sobre aquella época convulsa. Caminar por sus salas fue como entrar en la memoria viva de un país; imprescindible para darle sentido a todo lo que se ve en las calles.
Nuestra siguiente parada fue Charlottesville. Dormimos en un piso sobre la cafetería Mudhouse, un lugar con alma local donde el aroma a café recién hecho nos dio la bienvenida.
Al despertar, salimos a descubrir un poco más y encontramos la cafetería francesa Petite Marie Bette. Simple, honesta y con una frase en la pizarra que me quedó grabada: “Basic human needs: good bread, ecologically responsible coffee, and a place to gather and connect.” A veces, eso es todo lo que necesitamos.
La Universidad de Virginia fue nuestra siguiente parada. Una caminata espectacular entre verdes y edificios coloniales donde Thomas Jefferson plasmó su legado. El aire universitario, lleno de juventud y multiculturalidad, nos contagió energía.
Para almorzar, elegimos sentarnos en un parque encantador cerca de la universidad, disfrutando de jugos naturales, sandwiches locales y un pudín de chía con frambuesa de Clean Juice. Simple, fresco y perfecto para seguir explorando.
Al final del día, una caminata por Belmont nos llevó a Tavola para cenar: pasta casera y un Negroni seco, un cierre ideal.
En nuestro último día, temprano, visitamos Monticello, la casa de campo de Thomas Jefferson, en una colina verde que emana una energía inmensa. Mulberry Rowme erizó la piel. Cerré los ojos para tratar de sentir, comprender y visualizar un momento de esa historia compleja y profunda.
Reflexión sobre Mulberry Row
Mulberry Row no es solo un conjunto de edificios antiguos; es un susurro del pasado, una huella tangible de vidas vividas en sombra y luz. Al caminar por allí, sentí el peso silencioso de quienes trabajaron, amaron, sufrieron y soñaron, muchas veces silenciados, pero cuya marca perdura.
Thomas Jefferson fue un hombre lleno de contradicciones: soñó con la libertad, pero vivió con la esclavitud muy cerca. Su legado nos invita a mirar con honestidad, sin idealizar, y a reconocer que el camino hacia la verdadera libertad es complejo y lleno de sombras.
Mulberry Row me recordó que escuchar esos ecos, por difíciles que sean, es un acto profundo de respeto y memoria. Porque solo así podemos entender, sanar y avanzar.
Como dijo Maya Angelou:
“El amor reconoce ninguna barrera. Salta obstáculos, vallas y penetra muros para llegar a su destino lleno de esperanza.”
Que la memoria y el amor nos guíen siempre.


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